Con el Sol a cuestas. Día 3: Cruzando a otro continente
DIA 3. ESTAMBUL-NEVSEHIR
Aprendida la lección del día
anterior decidimos desayunar en el interior del apartamento, recogimos nuestros
enseres y los guardamos en un cuartucho hasta la tarde, cuando volveríamos para
cogerlos. A la noche salía nuestro autobús a la Cappadocia, concretamente a
Nevsehir, pero ya llegaremos a ello más adelante.
Aún quedaban mil rincones y
lugares por visitar en Estambul así que de nuevo bajo el sol emprendimos un día
más de turismo por esa preciosa ciudad. Esta vez decidimos cruzar el puente
Gálata caminando y cruzar luego hasta el bullicioso bazar de las especias.
Temiendo encontrarme un mercado muy cambiado puse un pie en su interior, la
primera impresión no fue mala. Las instalaciones sí habían sido mejoradas, pero
el ambiente de zoco seguía estando presente. Una pena que la infinidad de
turistas, la estrechez de las
callejuelas y el calor nos impidieran
disfrutar al 100% del lugar.
Puente Gálata |
Bazar de las especias |
Saliendo a la calle de nuevo, caminamos cuesta
arriba rumbo a la mezquita más grande de la ciudad, icono del “skyline”
estambulita y posiblemente una de las más fotografiadas, ya que se encuentra en
lo alto de una de las colinas de la metrópoli. Dimos un rodeo bastante
importante (no nos dejaron cruzar por una de las entradas a la universidad para
atajar) pero finalmente dimos con la mezquita de Suleimán. Para nuestra desgracia, ese desvío
probablemente hiciera que no llegáramos a poder entrar a ver su interior, ya
que acababan de cerrarla a los turistas para el rezo. El paseo no fue en balde, Fany adquirió una
mini “máquina” de coser a un par de chiquillos y el exterior de la mezquita
bien mereció una tanda de fotografías. La verdad es que la construcción es
bastante imponente y simétrica.
Exteriores de la mezquita de Suleimán |
![]() |
Mezquita Suleimán |
Lavatorios |
Más mezquita |
Cuesta abajo llegamos hasta el
cuerno de oro para coger un barco y recorrerlo hasta el barrio de Eyup. El
barco funciona como un transporte público más y va haciendo paradas en ambas
orillas europeas. El cuerno de oro es un estuario de unos 7.5 km de largo al
principio del estrecho del Bósforo, que separa la vieja Bizancio de la más
“europeizada” Estambul. El viaje es agradable y te ofrecen diferentes
refrigerios a precio más que asequible para paliar el calor. El barrio de Eyup
es uno de los más conservadores y su epicentro, la mezquita del SultanEyup,
bulle de gente y religiosidad. Es considerado el cuarto lugar más sagrado para
el islam, ya que Abu Ayyub al-Ansari está enterrado aquí. Para los ignorantes
en esta materia, como yo, me comentó un guía en su día, y así algunas fuentes
de internet lo confirman, que este fue un gran amigo del profeta Mahoma y el
portador de su estandarte. En mi anterior visita sí pude entrar a la mezquita,
pero esta vez solo pudimos pasear por sus patios y alrededores en los que vimos
a multitud de niños vestidos para una ocasión especial.
Puerto Eyup |
Mezquita Sultan Eyup |
Niños en elegantes vestidos |
Además de lo especial
del barrio, una de las razones por las que quería volver eran las maravillosas
vistas desde lo alto del cementerio, en las faldas de la montaña donde se
encuentra el “Pierre Loti Café”. Desde mi última visita han construido un
teleférico que llega hasta lo alto, donde se encuentra (y antes no estaba) un
mirador. Nos acercamos al teleférico, pero la cola era tal y la velocidad tan
pequeña que decidimos subir a pie. Es una subida con bastante pendiente, pero
no más de 20 minutos de caminata. Además, nada más llegar al mirador pudimos
pillar unos pinchos de patata frita que estaban deliciosos. Nos recreamos con
las vistas, tiramos varias fotos y emprendimos el camino de vuelta a la
civilización por el precioso cementerio. Una vez abajo, buscamos un lugar para comer, no tardamos mucho en
sentarnos y ponernos como el kiko por un precio irrisorio. Sin duda la mejor
comida en relación calidad-precio que tuvimos en toda la ciudad. No debíamos perder el próximo
barco o llegaríamos tarde a nuestra cita para recoger las mochilas. Echamos una
carrera y conseguimos cazarle casi al vuelo, de nuevo nos llevó a las
inmediaciones del puente Gálata.
Vistas del cuerno de oro desde el mirador |
Patataaaa |
![]() |
Bajando por el cementerio |
En el barco |
Cuando recogimos los macutos y devolvimos las
llaves al dueño del apartamento, éste nos comentó que había recibido una
llamada de Suha Bus, la compañía de nuestro trayecto en unas horas. Alarmados
le preguntamos que qué ocurría y nos dijo que la estación de donde creíamos
salía el bus no era esa, que era una a las afueras del mismo, que lo que si era
fijo es que salía de la estación de buses principal de Estambul. El problema
con eso es que ya habíamos planificado visitar la parte asiática esa tarde y
coger allí el autobús ahorrándonos así más de una hora de trayecto (que tarda
en cruzar de un lado al otro). Por suerte el muchacho fue muy amable y volvió a
llamar a preguntar si desde la estación principal de la parte asiática (Harem
Otogar) salían mini buses satélite hacia la otra, le contestaron que sí.
Agradeciéndole la llamada y despidiéndonos de él, volvimos calle abajo hasta el
puerto de Karakoy. Allí pillaríamos un barco para cruzar el Bósforo al puerto
de Uskudar, el principal en la parte asiática. Sabíamos que la estación estaba
a una larga caminata, pero por el camino vimos varios autobuses de compañías de
largo trayecto que hacían paradas cerca de Uskudar por lo que intentamos
averiguar si la nuestra también lo hacía. Con las mochilas a cuestas caminamos
en busca de información y al fin encontramos un chiringuito adornado con la
“i”, pero no me supieron resolver la duda. Seguimos caminando hacia la estación
pegados a la costa y preguntando a la gente, pero la verdad que nadie parecía
entendernos. Todos nos indicaban que siguiéramos caminando a una especie de
aparcamiento con muchos autobuses. Llegamos hasta allí y no sacamos nada en
claro, vuelvo a preguntar y esta vez un hombre muy amable me lo explicó todo
con pelos y señales. El problema fue que lo hizo en turco y yo ni papa de lo
que me comentaba. Por las señas que hacía nos mandaba de vuelta a algún lado
para luego ir hacia otro, dedujimos que había que coger un bus, taxi o sucedáneo.
Llegamos a una marquesina y preguntamos a un autobusero por Harem Otogar, nos
asintió y entramos. Fuimos a pagar el billete pero el conductor nos dijo que
pasáramos, quizás funcionaba con tarjeta y/o tokens y muy amablemente nos dejó
subir gratis. Llegamos a la estación y aliviados vimos un puesto de Suha bus.
Entramos y pese a que el hombre tras el mostrador no hablaba mucho inglés, nos
pudimos comunicar. Nos comentó a la hora a la que pasaba el bus satélite y
pudimos dejar allí las mochilas hasta entonces.
Liberados del peso en la espalda
caminamos de vuelta a una zona llena de kilims (pequeñas alfombras) donde la
gente se sienta a ver la puesta de sol. Después del ajetreado día se agradecía
el estar sentado por un tiempo. Nos quedamos allí toda la puesta de sol y
pudimos sacar alguna que otra instantánea decente del atardecer sobre Europa.
Desde la posición que estábamos el sol se puso sobre el barrio de Beyoglú a
espaldas de la KizKulesi, o torre de la doncella, una torre en un pequeño cacho
de tierra en medio del Bósforo. Hoy en día hay un café y un restaurante en su
interior al que, evidentemente, solo se puede llegar en barco. Si hubiéramos
andado unos metros más, la puesta habría sido por la otra parte europea de la
ciudad y el naranja del sol habría destacado sobre los minaretes de las
mezquitas, pero tampoco es que gozáramos de malas vistas desde donde estábamos.
Tirados en los kilims |
Tomando el sol |
![]() |
Kiz Kulesi y Topkapi al fondo |
![]() |
Atardecer sobre Beyoglu |
![]() |
Las luces se encendieron |
No quedaba mucho tiempo para
tener que volver a la estación así que decidimos acercarnos a una cafetería a
tomar algo antes de emprender el larguísimo trayecto de autobús (más de 10
horas). El mini bus apareció unos minutos tarde, pero raudos y veloces nos
introdujimos en aquel mercedes con tapizado interior. Gracias a eso pudimos
estar sentados todo el trayecto hasta la estación donde nos cogería el autobús.
Y la verdad que eso fue de agradecer, porque luego el mini bus se petó de
manera que teníamos gente y maletas por todos los lados. Y precisamente el
trayecto no fue lo que se dice corto, tardamos más de 1h en llegar al lugar, 5 min
sobre la hora en que supuestamente cogíamos el autobús. Nerviosos por la
posibilidad de haberlo perdido preguntamos y vimos que aún no había llegado.
Llegó con algo más de media hora de retraso. Durante la espera un hombrecillo
salió y nos entregó los billetes físicos (teníamos los electrónicos nada más),
compramos algo de víveres y vimos a un muchacho caer mareado de cabeza al
suelo. Al fin llegó el autobús, la verdad que bastante cómodo y con pantalla
individual y WiFi, ¡todo un lujo! Durante el trayecto ofrecieron refrigerios y
algún tentempié. Gala y yo nos acomodamos y gracias a la tablet matamos las
horas viendo capítulos de Shingeki no Kyojin (anime muy
recomendable por cierto). Paró el autobús 15 minutos y pudimos estirar las
piernas. A la vuelta intentamos conciliar el sueño.
Índice de capítulos
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